OPINIONES

BUENO ES EL CONOCIMENTO TAMBIÉN LO ES EL SABER OPINAR



EL ORGULLO DE SER PERIODISTA




Chaxiraxi Leal Coello

La elección de un periódico al que ser fiel es un asunto de trascendencia vital. Muchos no son capaces de percibirlo, pero el poder del lenguaje es a la vez omniscio y sutil.
Es una paradoja que esas hojas de papel reciclado que viven tan sólo por un día para la gran mayoría se conviertan en la principal fuente de información de nuestra sociedad. El nombre que lo acompaña, el cual lo representa, acaba por convertirse en nuestra propia bandera, tanto así sus ideales y su manera de interpretar las noticias. Se convierte en nuestro acompañante matutino, y ese nombre ya no sólo representa el papel, nos representa a nosotros mismos.
Entonces es lícito preguntarse si nosotros también ejercemos un papel tan trascendente para la directiva y los trabajadores de éste, si esa consideración es equitativa para sendas partes.
José Manuel de Pablos Coello hace con su libro El periodismo herido una crítica exhaustiva a la prensa española, en especial al periódico El País. Sus errores continuos quedan descubiertos, y proponen una reflexión sobre la profesionalidad periodística con la que nos encontramos en nuestra historia contemporánea.
El periódico El País se sitúa en lo alto de la jerarquía periodística. Es por antonomasia el periódico español, el de referencia internacional. Parte de que sea así es gracias a la creación, de entre sus documentos, de dos elementos fundamentales, El libro de estilo y la figura del defensor del lector. Ambos creados para una mayor calidad informativa y para que nosotros, como lectores, tengamos una figura que hable por nosotros cuando se observe que algo empieza a fallar.
Sin embargo, en el libro se dan varios ejemplos con respecto a la figura del defensor del lector que hacen que se cuestione su legitimidad. Con respecto al libro de estilo, si se es lector o lectora de El País es fácil encontrar elementos que lo violan constantemente: faltas ortográficas, términos que se dice se prefieren pero que no se utilizan, eufemismos, tópicos, expresiones erróneas, informaciones morbosas, contenido no ético… Por desgracia, son elementos que no sólo se ven en El País, sino en toda la prensa española, e incluso en todos los medios de comunicación, y me refiero a los informativos.
Son los medios o intermediarios entre lo que acontece, los hechos, y aquellos interesados en la información. Tienen harta responsabilidad ética y moral, ya que son poseedores del lenguaje y de la información y, por lo tanto, de ellos dependerá también nuestra visión del mundo. Hay que entender, entonces, que también serán responsables de nuestras opiniones, ya son poseedores del lenguaje y de la información y, por lo tanto, de ellos dependerá también nuestra visión del mundo. Hay que entender, entonces, que también serán responsables de nuestras opiniones, ya que son ellos los que omiten, priorizan y moldean los sucesos.
Sin embargo, desde fuera, no es tan sencillo percibirlo. Uno compra o elige un medio comprendiendo que van a ofrecer lo que ocurre. Tan serio es su papel que en un estado democrático prácticamente no se les cuestiona. Lo que ellos dicen es cierto. No se puede jugar con algo tan primordial como la información sobre lo que ocurre en este mundo.
El periodismo herido rompe esta consideración desmesurada hacia la prensa, y en especial hacia el periódico El País. Ofrece datos exactos y sobre errores no sólo comunes, sino también diarios. Lanza una crítica y un debate que hacen que nos cuestionemos el significado de la calidad periodística, y si dicho concepto lo hemos aplicado a los medios que así lo merecían.
Se podría pensar que tales errores son puntuales y escasos, por lo que el mismo día de la redacción de estas líneas adquirí un ejemplar de El País. Encontré muchos de los errores de los que el profesor narra en su libro. Al final del ensayo, a través de los anexos, se verá cómo la mayoría de estos errores no son exclusivos de unos pocos números.
Errores como la dualidad en las datas, el uso de fotos de archivo, erratas son descuidos indignos de la redacción, al menos de la redacción de uno de los periódicos de referencia no sólo nacional sino internacional.
A pesar de la gravedad de la que se habla, existen aberraciones en la prensa todavía más serias. Éstas hacen que cucualquier periodista se cuestione la legitimidad de su trabajo, y si su función algo tenía que ver con lo que idealizaba en un principio. Como Eduardo Galeano dice, al final, los medios de comunicación incomunican a la gente, y en vez de medios de expresión pasan a ser medios de presión.
Hablamos de empresas, no de organizaciones desinteresadas. Los periodistas están sometidos a su poder económico que todo lo da y todo lo quita. El papel del periódico El País no es más que el de un mensajero áulico fiel a la mano que le da de comer.
Muchas veces, la figura del editor se encarga de que así sea, de que no se creen manchas en la reputación de las empresas que pagan, aunque por ello se deje de transmitir lo veraz, impidiendo una transmisión fidedigna de la información a la población.
Los periódicos se convierten, entonces, y de hecho son, a veces, panfletos dignos de sucursales de relaciones públicas de la propia empresa o incluso métodos de propaganda de determinados partidos políticos. Son, muy a mi pesar, negocios derivados del liberalismo económico que lidera a casi todo este mundo; un simple negocio.
Con pérdidas, ganancias, técnicas para afrontar los períodos de crisis, y con un producto en venta, la información. Un producto que se ha de modificar para vender más, como es el caso de la información con un claro matiz amarillista. Un producto que ha de promocionar a aquéllos que lo pagan, como es el caso de los elementos que publicitan en sus páginas. Un producto que se venda, que venda otros productos, que proporcione más ganancias, así sea con el recorte de recursos humanos, aunque ello implique una reducción de la calidad, pero un aumento de los beneficios, como es el caso de la desaparición de los correctores en favor de un periodista multiusos.Como decíamos, un simple negocio.
El periodismo se imagina desde fuera como una tarea noble y admirada, de responsabilidad incuestionable.
La triste realidad se convierte en el drama de la desinformación que al final los medios provocan para la mayoría de los que estamos al otro lado. Muchas veces, ni los periodistas se dan cuenta de la manipulación a la que son sometidos, ya que el periodismo de hoy funciona a través de las agencias de comunicación de las empresas, no a través de la investigación. Además del hecho de que los que eligen qué se ha de contar son otros…
Sin embargo, siempre podremos apelar a nuestro discernimiento y raciocinio y así analizar la mayor cantidad de fuentes informativas, y me refiero no sólo a las nacionales ni a las occidentales. Probablemente hallaremos muchas respuestas con tan sólo ojear algún periódico que no pertenezca a ninguno de estos países a los que se les ha denominado “primer mundo”.

Ésta es la manera por la que se puede llegar a vislumbrar algo veraz de la prensa, y tal vez así, cuando se comprenda que el acceso a la realidad viene dado por el mayor contraste de fuentes informativas, la situación de apostasía que se ha empezado a padecer hacia el periodismo, y que cada vez más domina el panorama de la opinión pública, cambie.

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